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martes, 5 de mayo de 2009

NECESIDAD DE LA EXPIACIÓN



Dos hechos producen la necesidad de la expiación:

Por una Parte: LA SANTIDAD DE DIOS.
Por otra Parte: LA PECAMINOSIDAD DEL HOMBRE.

La reacción de la santidad de Dios es: IRA
Que puede evitarse por la: EXPIACIÓN


La clave de todo este argumento se basa, pues, en cuatro palabras:
SANTIDAD - PECAMINOSIDAD - IRA - EXPIACIÓN

1. Santidad.



Dios es “santo, santo, santo” (Isaías 6: ). Este es un atributo que tiene que ver con la naturaleza de Su carácter. Estos atributos quedan manifiestos en el trato con su creación: “Él ama justicia y juicio” (Salmo 33:5). “Justicia y juicio son el asiento de su trono”. (Salmo 89:14), Sus leyes son justas y forman el fundamento de la personalidad del hombre, al ser escritas en el corazón. (Romanos 2:14-15). Estas leyes atan al hombre a su Creador en una relación personal y forman la base de la responsabilidad del hombre hacia Dios. Cuando el hombre se revela contra la ley de Dios, afrenta la santidad de Dios, lo que produce ruptura de relaciones, corte de comunión. Dios se revela contra la desobediencia del hombre. Todo pecado choca contra la santidad de Dios. La Biblia declara, desde el principio hasta el fin que la vida y la obediencia marchan juntas. (Génesis 2:17; Apocalipsis 22:14).

2. Pecaminosidad.

La relación con Dios ha sido empañada por el pecado, que es una perturbación de las relaciones con Dios. Es violencia a la constitución bajo la cual Dios y el Hombre viven, de la misma manera que la infidelidad viola el pacto según el cual viven marido y mujer. (Jer. 3:20). Ver. Isaías 59:2.

3. Ira. 

El pecado es un ataque contra el honor y la santidad de Dios. La reacción de Dios al ultraje de su honor producto de la rebelión del hombre produce la justa ira de Dios. Su santidad reacciona contra el pecado y a esta reacción se le llama ira. Pero Dios no reacciona automáticamente como el fuego que quema cuando se le toca. Hay otros atributos de Dios que regulan y rigen la justicia de Dios y hacen que Dios espere la reacción positiva del hombre pecador. La Biblia dice que él es “clemente y misericordioso” (Salmo103:8), que “Él es paciente, no quiere que ninguno se pierda, sino que procedan al arrepentimiento” (Romanos 2:4; 2 Pedro 3:9). Sin embargo el hombre mal interpreta la paciencia de Dios y se burla de la idea del castigo. (2 Pedro 3:9; ver Eclesiastés 8:11). A pesar de todo, la retribución vendrá inexorablemente y un día el hombre no arrepentido experimentará la retribución justa de parte de Dios (lea Gálatas 6:7).

4. Expiación. 

El hombre ha quebrantado las leyes de Dios y violado los principios de su justicia. Este conocimiento está registrado en la memoria y la conciencia lo registra como culpa. ¿Qué se puede hacer para remediar el pasado y asegurar el futuro?. ¿Existe expiación para una ley violada? Sobre esto hay tres posiciones:

     a. No es posible
     b. No es necesaria
     c. La Biblia: es posible y necesaria.

   a. Algunos creen que la expiación no es posible. La vida está gobernada por leyes inexorables que castiga las acciones malas sin remordimiento alguno. Lo que el hombre sembrare, eso también segará, y no hay escape, dicen ellos. El futuro está hipotecado al pasado y no hay escape: no puede ser redimido o rescatado. Esta teoría hace al hombre esclavo de las circunstancias. No puede hacer nada para cambiar su destino y a Dios lo hacen esclavo de sus propias leyes de tal forma que no puede hacer provisión de un camino de salvación para el hombre.

    b. Al otro lado de la calle, están los que dicen que la expiación no es necesaria. Dios es demasiado bondadoso para castigar al pecador y demasiado bueno para reclamar satisfacción por la ley quebrantada, por lo tanto es innecesaria la expiación. Esta posición presenta a un Dios indiferente a la conducta moral de sus criaturas racionales y en esta forma hace responsable a Dios de todo el mal producido por la conducta incontrolada del hombre. 

   c. ¿Qué enseña el Nuevo Testamento? El Nuevo Testamento nos enseña que la expiación es tanto posible como necesaria. Las dos posiciones antes consideradas son dos errores extremos en la interpretación de una verdad. La primera posición recalca a tal extremo la justicia de Dios, que excluye su gracia salvadora y la segunda recalca a tal extremo la gracia salvadora de Dios que anula su justicia.

La solución es la expiación. Esta hace justicia a estos dos aspectos del carácter de Dios interpretándolos adecuadamente. En la muerte expiatoria de Jesucristo él procede tanto con justicia como con misericordia. Al tratar con el pecado, él necesita mostrar su gracia, puesto que él no desea la muerte del pecador y sin embargo, al perdonar el pecado, él necesita revelar su justicia, puesto que ésta se constituye en el factor estabilizador del Universo.

En la expiación Dios hace justicia a su carácter misericordioso. En virtud de su justicia el pecador debe ser castigado; en virtud de su gracia, Dios proporciona un plan para el perdón del pecador. Al mismo tiempo hace justicia a su carácter de Dios justo. Él no pasa por alto el pecado y despliega misericordia hacia el pecador.
En el Calvario, la pena por el pecado fué pagada, a la vez fué honrada la ley divina. De esta manera, Dios podía ser misericordioso sin ser injusto y ser justo sin pasar por alto su misericordia.

Ilustración: el Juez dictó sentencia contra el reo acusado de infracción a la ley del tránsito: Cincuenta pesos de multa. El reo suplicando le pidió al juez que lo perdonara por esa vez. El juez, para hacer cumplir la ley y al ver la incapacidad del reo y a la vez movido a misericordia, sacó de su bolsillo los cincuenta pesos y pagó la deuda por la violación. El juez satisfizo la justicia y mostró misericordia y perdón al acusado. Así hizo Dios con nosotros: él pagó, con la vida de su Hijo la deuda que nosotros no podíamos pagar. De esta forma satisfizo su justicia y proporcionó perdón al hombre.


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